Tindaya mágica (I), de los mahos a nuestros abuelos

Montaña de Tindaya | Macaronesia Fuerteventura

Cuesta poco imaginar lo que sentirían los antiguos pobladores de Fuerteventura al observar Tindaya desde la altura, encaramados a los riscos de la Montaña de la Muda, contemplando esa roca imponente descansando sobre el tablero, aislada del resto, diferente a las demás… ¿Sería mágica?

Texto: Janey Castañeyra

Porque Tindaya no es una montaña como las demás. A nivel geológico, se trata literalmente de un gigantesco bloque de traquita, atravesado por diques de basalto, y formado hace millones de años en las entrañas de la tierra, con las exactas circunstancias de materiales, temperatura y presión que permitieron convertir la lava en esta roca tan especial, y que la erosión, poco a poco, fue dejando al descubierto. Mucho tiempo después, los ojos conscientes del ser humano descubrieron esos extraños y evocadores contrastes ocres y blanquecinos a la luz del sol, el resplandor de la montaña reflejando la luna llena.

Montaña mágica de Tindaya | Macaronesia Fuerteventura

Tindaya fue un lugar sagrado para los mahos, como atestiguan los cientos de grabados rupestres con forma de pie, los célebres podomorfos, que los antepasados de los majoreros dejaron esculpidos en la montaña, orientados hacia algún punto entre el oeste y el suroeste, quizá apuntando a la sombra del Teide en los días claros, implorando a las estrellas del solsticio de invierno, o invocando algún otro fenómeno arqueoastronómico relacionado con las lluvias. O por motivos totalmente distintos. Porque, ¿quién sabe cuáles serían las creencias, hoy olvidadas, que llevaron a estas gentes a dejar sus pies grabados sobre la roca?

Cronistas históricos como Abreu Galindo y Gomes Escudero recogieron en sus textos algunas pistas, con alusiones a las divinidades de las montañas majoreras y la importancia de los fenómenos astronómicos para los aborígenes:

«Hacían sacrificios en las montañas, derramando leche de cabra con vasos que llamaban gánigos…» (Abreu Galindo, siglo XVI).

«…i dicen que llamaban a los Majos que eran los spiritus de sus antepasados que andaban por los mares… , i dicen que los veían en forma de nuvecitas a las orillas de el mar, los días maiores del año, quando hacían grandes fiestas…, i veíanlos a la madrugada el día de el maior apartamento del sol en el signo de Cáncer…» (Gomes Escudero, siglo XV).

Investigadores actuales como M.A. Perera Betancort , J.A. Belmonte , C. Esteban y A. Tejera Gaspar consideran relevante «la referencia a cultos localizados en lo alto de las montañas», donde los yacimientos arqueológicos son algo habitual, sosteniendo que «parece razonable suponer que Tindaya ejerció ese papel de montaña sagrada, templo y, quizás, Eje del Mundo de los antiguos pobladores de Fuerteventura –al menos del norte de la isla–, siendo incluso posible que la propia montaña estuviera divinizada» (Tindaya: un estudio arqueoastronómico de la sociedad prehispánica de Fuerteventura).

Aunque también, otros expertos del mundo de la arqueología consultados para este artículo defienden que, al menos, serían necesarios más estudios. Porque si el poblamiento de Fuerteventura se inició probablemente hace más de dos mil años, y es un hecho que la cultura y las tradiciones evolucionan con cada generación, bien pudiera ser que, en ausencia de dataciones arqueológicas, los podomorfos no fueran obra de los aborígenes coetáneos a la conquista, sino de sus antepasados, quienes quizás, vivieron mil años atrás.

El caso es que a partir del siglo XV, tras la conquista de Fuerteventura a cargo de los señores normandos a quienes la Corona de Castilla autorizó a explorar y colonizar estas tierras, parece claro que Tindaya mantuvo un halo de magia y misterio para el pueblo majorero ya cristianizado, y que estos sentimientos podrían haber llegado hasta nuestros días en forma de cuentos de brujas.

La declaración como Bien de Interés Cultural de los «Grabados Rupestres de la Montaña de Tindaya» se encuentra en fase de modificación y ampliación desde el Gobierno de Canarias. Este documento ha cambiado desde su publicación original en 2014 y en su nueva versión hace alusión expresa a las tradiciones orales asociadas al yacimiento arqueológico: «El patrimonio inmaterial de la Montaña de Tindaya se sustenta en la oralidad y la transmisión de leyendas e historias asociadas al ámbito de las brujas. La montaña es el escenario inserto en un paisaje cargado de elementos patrimoniales donde suceden hechos extraordinarios. La montaña y las brujas mantienen un vínculo de simbiosis, de tal forma que igualmente es conocida como Montaña de las Brujas», reza el documento.

Ya sea como una adaptación de la cultura mahoh, o como un elemento propio del imaginario pagano de tradición cristiana, lo cierto es que los cuentos de brujas fueron un elemento relevante para la sociedad canaria ya en fechas históricas y sus manifestaciones en el pueblo de Tindaya han llegado hasta nuestros días. Son las historias de nuestros abuelos y bisabuelos, las leyendas de la Montaña de las Brujas.

Casa Alta de Tindaya | Macaronesia Fuerteventura
Casa Alta de Tindaya

Referencias

Delimitación del Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica «Grabados Rupestres de la Montaña de Tindaya» (BOC-A-2014-229-5193)

Expediente de modificación de la delimitación del bien y del entorno de protección del Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica, «Grabados Rupestres de la Montaña de Tindaya» (BOC-A-2021-113-2837)

Tindaya: un estudio arqueoastronómico de la sociedad prehispánica de Fuerteventura. M.A. Perera Betancort, J.A. Belmonte, C. Esteban y A. Tejera Gaspar.

Normas de Conservación del Monumento Natural de la Montaña de Tindaya