El Saladar de Jandía, un oasis entre el turismo y la playa

Flanqueado por la carretera y las edificaciones turísticas de la localidad de Morro Jable, hacia el interior, y hacia la costa por las arenas blancas y aguas cristalinas de la Playa del Matorral, se encuentra uno de los espacios naturales más singulares de Canarias y, quizá también, de los menos conocidos de Fuerteventura.

Se trata del Saladar de Jandía (municipio de Pájara), un extenso humedal cuya principal característica son sus inundaciones periódicas con las mareas más altas del mes, y que destaca por la singular biodiversidad que alberga en su interior. Las comunidades vegetales que lo conforman son propias del matorral halófilo termoatlántico (Salicornietea fruticosae), están adaptadas para resistir la presencia de sal en el medio, y dan lugar a un rico ecosistema que cobija en su interior a numerosas especies de fauna, como aves locales y también migratorias que utilizan este espacio para resguardarse o descansar en sus rutas anuales entre África y Europa.

Un espacio natural protegido

Gracias a estos valores tan genuinos, el Saladar de Jandía es el único espacio natural del Archipiélago Canario incluido en el Convenio Ramsar, un reconocimiento que se produjo hace veinte años, y que le ha permitido integrarse dentro de un catálogo internacional de zonas húmedas. Para contextualizar el valor de este reconocimiento, en España figuran dentro del Convenio Ramsar parques nacionales de tantísima relevancia como Doñana y Las Tablas de Daimiel

Este saladar también cuenta con protección oficial, al integrarse en la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos, en este caso bajo la categoría de Sitio de Interés Científico, y dentro de la Red Natura 2000 de la Unión Europea, gracias a su reconocimiento como LIC (Lugar de Interés Comunitario) en 2001.

También se relaciona con un LIC Marino de declaración más reciente, el que ocupa toda la franja de mar al oeste y sur de Lanzarote y Fuerteventura, y que valora la presencia de especies de cetáceos en la zona. Un representante de estos valores es el esqueleto de cachalote de casi 15 metros que luce a modo de escultura junto al paseo que linda con el Saladar de Jandía, e incluso es posible, si el visitante es afortunado, observar mamíferos marinos desde la costa, como por ejemplo delfines mulares.

Observación de aves y plantas

La presencia de aves y la singularidad de su vegetación hacen del Saladar de Jandía «un valor excepcional. No hay otro como este en Canarias«, destaca el naturalista e integrante durante muchos años de la empresa especializada en ecoturismo y conservación de la biodiversidad BIrding Canarias, Juan José Ramos: «En los días tranquilos, se pueden observar especies migratorias invernantes como los correlimos común y tridáctilo, el zarapito trinador, o las agujas colinegra y colipinta».

También se han citado aves que nidifican en este saladar, como el chorlitejo patinegro, el bisbita caminero, curruca tomillera, tarabilla canaria o gorrión moruno, además de otras muchas aves de la Isla que visitan la zona.

En cuanto a la vegetación, cubre casi toda la superficie del saladar (unas 120 hectáreas), siendo las más comunes matorrales que pueden alcanzar hasta 2 metros de altura, como el salado (Arthrocnemum macrostachyum), el mato moro (Suaeda vera), o la uva de mar (Zygophyllum fontanensi), entre otras muchas.

Ave en el Saladar de Jandía | Macaronesia Fuerteventura
Chorlitejo patinegro. Foto: © Juan José Ramos

Disfrutar el Saladar desde el respeto

El hecho de situarse entre una zona turística y la playa, con zonas de sombrillas y hamacas en la costa, o la presencia del Faro de Morro Jable como atractivo turístico, hace inevitable el trasiego de visitantes entre el núcleo urbano y el litoral, cruzando el Saladar de Jandía.

A raíz de los distintos reconocimientos de este espacio natural, las administraciones públicas iniciaron una batería de acciones de restauración y conservación, como su vallado perimetral, o la instalación de pasarelas de madera, señalización y paneles informativos, aunque no todas las medidas previstas se han realizado al completo, y desde Birding Canarias indican también que «debería haber una mayor vigilancia».

Para mejorar la conservación de este espacio, señala Juan José Ramos, bastaría con cumplir normas tan sencillas como utilizar únicamente las plataformas para acceder a la playa, evitando saltar las vallas, pasear entre la vegetación o impidiendo a los windsurfistas y kitesurfistas que naveguen entre los matorrales.

También destaca especialmente la importancia de no pasear con animales de compañía sueltos: «Cuando hablamos de aves migratorias que han recorrido miles de kilómetros, hace mucho daño que haya perros sueltos obligándoles continuamente a levantar el vuelo con el consiguiente consumo extra de energía y riesgo de captura»; y señala las necesarias labores de control de animales asilvestrados que serían necesarias, «como los gatos asilvestrados, abandonados a su suerte en este espacio natural único. Sin matarlos, por supuesto, pero no debe haber ahí depredadores que no pertenecen al hábitat e influyen negativamente en él».

Os invitamos a conocer y disfrutar del Saladar de Jandía de forma respetuosa y sostenible. En un día de buen tiempo, es una experiencia maravillosa visitar esta zona de las Playas de Jandía, acercarse al faro, darse un buen baño en esta preciosa playa y aprovechar las horas de menor afluencia para observar la vegetación y las aves. Y por supuesto, llevándonos siempre de vuelta nuestros desperdicios con nosotros.

Espátula euroasiática en el Saladar de Jandía, Fuerteventura | Macaronesia Fuerteventura
Espátula euroasiática. Foto: @ Juan José Ramos
Charrán común en el Saladar de Jandía, Fuerteventura | Macaronesia Fuerteventura
Charrán común. Foto: © Juan José Ramos