LA ANTROPÓLOGA MAJORERA QUE PONE ROSTRO A LA HISTORIA, MARÍA CASTAÑEYRA RUIZ
Por BILI PUIG DE LA BELLACASA
María Castañeyra Ruiz, natural de Fuerteventura, estudió Historia del Arte y tras un Máster y sus tesis en Antropología Física —el estudio de los huesos— se fue especializando en Arqueología.
A sus 35 años trabaja como Research Assistant —Asistente de Investigación— en la Universidad de Liverpool. Llegó a Inglaterra gracias a la Beca de la Fundación Canarias Doctor Manuel Morales y a su tesón: «se supone que debías tener un contacto previo con la Universidad de destino, pero yo fui a puerta fría. Tenía claro que quería hacer Reconstrucción Facial y en Liverpool estaba Caroline Wilkinson, una de las mejores del mundo en este campo».
El momento también fue idóneo y es que, cuando escribió su solicitud a la Universidad, la artista y fotógrafa Francesca Philips se encontraba desarrollando la idea de su Exhibición sobre la Búsqueda de las Caras Ancestrales, que consistía en poner rostro a la identidad canaria a través de una comparativa entre la población contemporánea y la aborigen de Fuerteventura. «Ya había realizado fotografías de la contemporánea y ahora le faltaba crear las imágenes de los rostros ancestrales de los primeros aborígenes».
Como buena canaria, el objetivo de María era dar visibilidad a las islas de la mejor manera que estuviera en su mano, «cuando terminé la tesis pensé en algo que no se hubiera hecho en las islas, así que escribí a varios sitios y en Liverpool me vincularon a este proyecto».
Así fue como empezó todo. El proceso duró un año y medio, periodo que se divide en varias fases. «Para llegar a la reconstrucción de caras, primero estudiamos los cráneos (que se encuentran en el Museo Canario) y las características faciales, los escaneamos, realizamos una copia 3D y, mediante un software, le ponemos capas de tejidos según una media que sacamos de lo que hubieran sido los tejidos blandos: el agua, la grasa, los músculos… Para los canarios usé la media del norte de África».
Hasta el día 31 de marzo la muestra estuvo expuesta en el Museo Canario, y ahora se encuentra a la espera de próximo destino. «Recomiendo a todo el que tenga ocasión que vaya a verla. Es una muestra muy interesante no sólo conceptualmente, que es una idea preciosa, sino también a nivel performance es muy emocionante al estar las caras enfrentadas unas a otras, la aborigen frente a la contemporánea».
Este proyecto dio pie al siguiente, consistente en la identificación y la reconstrucción facial de los inmigrantes africanos que perdieron la vida intentando llegar en cayuco a Fuerteventura y que están enterrados en la isla. La primera patera que llegó a Canarias de la que se tienen datos es de 1994 y hasta el año pasado siguieron llegando a Lanzarote, siendo 2005 y 2006 los años más terribles para la venida de cayucos desde África, cuando la desgracia asoló la costa majorera.
«Hay inmigrantes enterrados en toda Canarias y dependiendo del cementerio están los nichos identificados de una manera u otra, en algunos pone INMIGRANTE, en otros están marcados como AFRICANO y la fecha de defunción.»
Algunos podríamos sentirnos abrumados por la responsabilidad y el peso de tener un estudio tan precioso entre manos, sin embargo María no muestra más que calma, seguridad y paciencia. «Un estudio de estas características suele durar años. Y estamos ahora mismo en una primera fase de recopilación de datos para intentar ponerles nombre a las personas que perecieron en el mar y tratar de dar con sus familiares. Me voy a Senegal en octubre, para este propósito».
Porque éste es un proyecto piloto en Canarias, con inicio local pero con perspectiva internacional. «En este proyecto están involucradas además la Universidad de La Laguna y la Universidad de Milán, en la que trabaja Cristina Catanero, que lleva la parte de identificación de inmigrantes de la Universidad y una de las mejores a nivel mundial. El objetivo final de este proyecto sería hacer una base de datos útil, que se pueda llevar a cabo a nivel internacional y tratar de validar la reconstrucción facial como método para la identificación de las personas fallecidas sin papeles, ayudando así a sus familias a encontrarles. Queremos buscar la manera de que vivos y fallecidos puedan estar por fin en paz».
Parte de los datos que deben aglutinar son los datos forenses que se tienen de algunas de estas personas. «Contamos, en algunos casos, con un estudio forense y fotografías de los cuerpos y en ocasiones con huellas dactilares, pero la exhumación de los cuerpos es clave. Tenemos claro que será lo más complicado de conseguir, pero tenemos fe en que por una causa como es la de aportar algo de paz a las familias, lo podamos lograr. Son nichos ocupados por personas que sabemos que son africanas y cuyas familias están esperando noticias».
Cuando le preguntamos por su parte preferida del proceso, no sabría elegir, asegura que disfruta con cada uno de los pasos. «Cuando ya estás con la reconstrucción de las caras vas poniendo rostro al trabajo de tanto tiempo, además es muy bonito ver cómo se va formando la imagen según las medias que has extraído, a veces sale tal y como te la imaginabas».
¿Qué es lo que más echas de menos de tu vida en Fuerteventura?
Me adapto bien a los cambios y vivo feliz en Inglaterra, además está hiperconectado con España y hay vuelos muy a menudo. Echo de menos el sol y lo que peor llevo es escribir en inglés (risas), pero estoy feliz.

© Francesca Phillips (también creadora, productora y comisaria del proyecto La búsqueda de caras ancestrales)
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