Gabriella Rodríguez, con el arbitraje y el feminismo en vena
GABRIELLA RODRÍGUEZ ROMERO TIENE 16 AÑOS. CRECIÓ CON EL SONIDO DEL FÚTBOL DE FONDO Y CON DEBATES SOBRE SI ERA PENALTI O NO, PERO JAMÁS DIO UNA PATADA AL BALÓN. UN DÍA LLEGÓ EL FEMINISMO A SU VIDA. TAMBIÉN, LA POSIBILIDAD DE CONVERTIRSE EN ÁRBITRO. HOY, GABRIELLA LLEVA EL FEMINISMO EN VENA Y ES UNA DE LAS DOS ÚNICAS MUJERES ÁRBITROS DE FUERTEVENTURA.
Texto: Eloy Vera
La joven estudia estos días para superar primero de Bachillerato. Ha elegido la rama de Humanidades. Una vez haya superado los dos años de Bachillerato, se enfrentará a la universidad. No duda que estudiará el doble grado de Educadora y Trabajo Social porque lo suyo es ayudar a la gente. También tiene claro que quiere llegar a ser arbitro y que se le reconozca por triunfar en un mundo que, en pleno siglo XXI, sigue liderado por hombres.
Gabriella llegó al arbitraje casi por casualidad. Un vecino suyo se apuntó y a ella le entró el gusanillo. No había jugado nunca al fútbol, pero se había criado en un hogar con sangre futbolera. También, desde hacía algún tiempo, se había habituado a ir a ver a sus compañeros jugar al fútbol. «Iba a partidos, y escuchaba comentarios del público a los árbitros del tipo `¡no sabes de fútbol!´. Por eso, me dieron ganas de apuntarme», explica.
Su madre y ella empezaron a buscar e investigar sobre el curso de arbitraje. Cuando lo tuvo todo, se apuntó. Tenía 15 años y aún no sabía que sería una de las primeras mujeres en repartir justicia en los campos de fútbol de Fuerteventura.
Esta es su segunda temporada como árbitro y aunque en su carnet pone que puede hacerlo en categoría juvenil, de momento, pita en infantiles. Su sueño en el mundo del arbitraje es ser conocida por ser árbitro. Le gustaría llegar a ser como Stéphanie Frappart, la primera mujer que pitó en una final masculina de la Supercopa de la UEFA.
En su corto recorrido como árbitro, Gabriella reconoce que ha vivido momentos de bajón por comentarios «feos hacia los árbitros», pero ha aprendido a llevarlos bien. El machismo, mientras pita en los partidos, no lo ha sufrido en carnes propias, pero sí ha tenido que soportar comentarios de compañeros en el instituto del tipo «la cancha solo te sirve para fregarla». La respuesta de Gabriella es clara: «es gente sin dos dedos de frente».
En su anecdotario, Gabriella recuerda un partido en el que pitó un fuera de juego. El entrenador del equipo le dijo que no lo era y se molestó. «Me dijo de todo y que no sabía lo que era un fuera de juego. Sin embargo, el otro día otro entrenador de una categoría superior me felicitó por pitar muy bien un fuera de juego». El gesto llenó a la joven de confianza en sí misma. Cada día que pasa Gabriella va aprendiendo algo nuevo de sus compañeros árbitros de Fuerteventura.
En el Comité de Árbitros asegura que no ha vivido episodios de machismo. En el campo tampoco. Los niños pequeños, a los que arbitra, a veces se sorprenden de ver pitando a una chica, «pero no ha visto falta de respeto por ser mujer, sin embargo, sí muchísimas a los árbitros».
Para Gabriella, el remedio es hacer como que «no escuchamos esos comentarios, porque si les hiciéramos caso no seguiríamos un partido más. Hay personas que están increpando, pero que no han luchado lo que una ha luchado para conseguir el título».
EL FEMINISMO
Gabriella llegó al feminismo de la mano de Ore Vera, una profesora de Lengua y Literatura, destacada por su activismo feminista. Ore junto a un grupo de alumnas creó la Sexta Cariátide, una asociación feminista del IES San Diego de Alcalá, pionera en este ámbito entre los centros educativos de Fuerteventura y reconocida por su labor con el premio Meninas que otorgan las delegaciones del Gobierno de toda España en reconocimiento en pro de valores como la igualdad, la paz o el feminismo.
«Con Ore descubrí que siempre había tenido una feminista en mi casa. Esa feminista era mi madre y nunca la había valorado. Empecé a debatir con ella y a darme cuenta de que el mundo no era como lo pintaban los hombres», comenta.
Sentada en un banco de Puerto del Rosario, Gabriella recuerda sus inicios en la Sexta Cariátide. «Fue un periodo muy bueno, se me abrieron los ojos sobre bastantes temas». «También Ore me hizo ver que siempre había sido feminista, pero no me había percatado de ello», asegura.
Gabriella insiste en que hay que quitar a la gente la idea de que el feminismo «busca denigrar al hombre. Realmente lo que busca es la igualdad. El feminismo es la igualdad y para ello hace falta respetar algunas cosas».
Esta joven, de 16 años, reconoce que en el instituto se suelen oír comentarios machistas por parte de algunos jóvenes. No ocurre lo mismo en el Comité de Árbitros donde todos son hombres salvo ella y Candela Martín, la otra arbitro de Fuerteventura, además de delegada. «Los hombres nos respetan muchísimo. El machismo, a día de hoy, lo veo más en personas de mi edad que en mayores, pero también puede ser que sea porque convivo con chicos de mi edad», señala.
El sueño de Gabriella es poder arbitrar en partidos importantes. El día que lo consiga dará las gracias a su madre por haber confiado en ella en todo momento. También al Comité Técnico de Árbitros «porque creen muchísimo en nosotros y a Candela Martín. Quiero llegar lejos para que me aplaudan y digan ole lo que ha conseguido Gabriella, la de Fuerteventura».
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