Por: ELOY VERA
Félix Montenegro siempre tuvo claro dos cosas, que quería vivir en Canarias y que su profesión estaría ligada a la ayuda a los demás. Por eso no dudó, cuando alguien le habló de ello, en presentarse a unas oposiciones a la Guardia Civil. Tampoco tuvo dudas cuando viajó a Senegal y tuvo la oportunidad de ayudar en un orfanato. Desde entonces, Félix no ha parado de idear campañas con las que seguir cumpliendo el sueño que tenía de niño, ayudar a los que se va encontrando en el camino.
La historia familiar de este gallego está ligada al mar. Con un tío faenando en el banco canario-sahariano y un padre pescando en aguas de medio mundo, lo normal es que Félix terminara trabajando en el servicio marítimo de la Guardia Civil.
Sin embargo, la historia de Félix con la Benemérita comenzó antes. Con 18 años aprobó las oposiciones y con 19 hizo las maletas y viajó a Fuerteventura. El cuartel de Puerto del Rosario fue su primer destino como guardia civil. De aquello hace ahora 21 años.
En 1997 recibió la propuesta de ser el responsable de poner en marcha el cuartel de Corralejo. «Me gustó mucho la idea», comenta mientras asegura que desde que pisó Fuerteventura «tuve claro que quería quedarme en la isla». Le ayudó en su decisión el amor que profesa al surf desde que llegó a tierras majoreras.
En 2016 Félix tuvo la oportunidad de trabajar para la Agencia Europea para el control de las fronteras exteriores (Frontex), el organismo encargado de velar por la seguridad de las personas que arriesgan su vida en busca de un futuro en Europa. Su primera misión fue en Senegal, donde permaneció durante cuatro meses.
Por las mañanas trabajaba y por las tardes practicaba surf, aún así, el día a día en Senegal le dejaba horas libres que intentaba ocupar a toda costa. «Me comentaron que había un orfanato que llevaba una monja española, Sor Justina, desde hacía muchos años en Dakar. Fui y vi lo que hacían y me dije: ya que estoy aquí y tengo tiempo y oportunidad, me gustaría colaborar», comenta.
A partir de ahí, Félix encontró entretenimiento dando biberones y jugando con los niños del orfanato. En un viaje de permiso a Fuerteventura se le ocurrió organizar, a través de Facebook, una recogida de material de primera necesidad para ayudar a los pequeños que habían quedado huérfanos o habían sido abandonados por sus padres en Senegal.
De aquel momento, recuerda la solidaridad del pueblo de Corralejo y el apoyo que le prestaron otros compañeros de la Guardia Civil. «Tuve más ayuda de la que me esperaba. Se fletó un contenedor de ropa, leche y otros productos», comenta. El barco partió rumbo a Senegal en diciembre de 2016.
Desde entonces no ha parado de organizar campañas de ayuda y colaborar con distintas ONGs. Hace poco llevó a cabo una recogida de gafas entre los alumnos del colegio Antoñito el Farero, en Corralejo. Su destino fue Mauritania. También ha colaborado con la Fundación Jhonaikel José Bolívar, una asociación que está enseñando a jóvenes de Venezuela a practicar surf. El donativo de Félix ha sido 50 lycras.
De toda esta labor humanitaria, Félix extrae «experiencias muy buenas» y varias lecciones: «en Europa tenemos mucho más de lo que necesitamos. Cuando llegas a África y ves que hay gente cuya casa es la caja de cartón de una televisión te das cuenta de que nos quejamos de vicio».
En Senegal hay unos 50.000 niños mendigos. Muchos son abandonados por sus padres en orfanatos y otros tantos se buscan la vida pidiendo limosnas en las calles o ejerciendo la prostitución. Al ver episodios como estos, «te das cuenta de la cruda realidad de África», sostiene Félix.
El guardia civil no sabe cuándo hará el próximo viaje solidario. Espera que sea en breve. Lo que sí tiene claro es que «mientras pueda aportar ese granito de arena seguiré haciéndolo hasta que me jubile».