por Elena H. Ghazale / Executive Coach
«NO NOS AFECTA LO QUE NOS SUCEDE SINO LO QUE NOS DECIMOS
SOBRE LO QUE NOS SUCEDE». EPÍCTETO
¿Cómo crees que sería tu día si un idiota que no sabe conducir se te cruzara por la carretera, obligándote a frenar bruscamente? Es probable que le insultes por la ventanilla y tal vez él, hasta te enseñe el dedo.
Pero… ¿Y si una persona accidentalmente perdiera el control de su vehículo pero gracias a tu rápida reacción nada malo ocurriera y se quedara solo en un susto? Durante el resto del día… ¿Te sentirías igual? Seguro que no.
Si te fijas bien, ambas, podrían ser la misma situación, simplemente vividas desde perspectivas muy distintas.
En el primer ejemplo y de forma consciente o inconsciente, la persona opera desde el enfado y buscando culpables y en el segundo ejemplo la persona está más orientada a ver y describir sus experiencias desde el amor y el entendimiento.
¿Y DE QUÉ DEPENDE LA PERCEPCIÓN DE NUESTRAS VIVENCIAS?
Hace dos meses hablamos, de como nuestra fisiología era capaz de alterar nuestro estado emocional en cuestión de segundos; y el mes pasado vimos como nuestras emociones también dependen de dónde ponemos nuestro foco de atención. Hoy, nos vamos a centrar en un tercer factor, las palabras que usamos para describir los eventos que nos ocurren, ya que cuando nombramos una experiencia, según las palabras elegidas le vamos a atribuir un significado u otro, tal y como hicimos al comienzo de este artículo al tratar de describir una misma situación
de dos formas distintas. ¿Me explico?
SUBE EL VOLUMEN Y ESCÚCHATE…
a) ¿Qué palabras usas para describir los eventos que vives?
b) ¿Qué otras palabras podrías utilizar para que la connotación sea más suave?
Ejemplos:
a) En lugar de «me siento humillado»…podemos decir… «me siento sorprendido»
b) En lugar de «me siento solo»… «estoy disponible»
c) En lugar de «me siento perdido»… «estoy buscando»
Recuerda que no nos traerá el mismo resultado decir que nuestro día no está yendo cómo quisiéramos, a decir que estamos teniendo un día terrible; las señales que enviamos al cerebro son muy distintas.
Tampoco es lo mismo decir que hemos fracasado en alguna experiencia a decir que hemos aprendido algo nuevo. Thomas Alva Edison nunca dijo que había fracasado 10.000 veces antes de inventar la bombilla, simplemente dijo que aprendió 10.000 maneras de no hacerlo.
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