Cueva de Los Ídolos

Published On: 10 marzo, 2018

La Cueva de Los Ídolos es un tesoro de la arqueología de Fuerteventura

Por Eloy Vera

Hasta la Cueva de los ídolos, en La Oliva, acudían hombres de la zona para refugiarse de miradas y chivatazos y poder jugar a las cartas de forma clandestina. El hallazgo, por parte de un vecino, de un pequeño ídolo prehistórico la situó en el mapa arqueológico regional y la abrió a la comunidad científica a principios de los setenta del siglo pasado. Junto a los jugadores de baraja, que ocasionalmente visitaban la cueva, se hallaba un tesoro arqueológico, único en la isla.

Victoria del Toro es graduada en Historia del Arte y máster en Arqueología. La joven acudió a este tubo volcánico, situado en el Malpaís de La Arena, para hacer el trabajo fin de máster. Tras barajar otras posibilidades, terminó decantándose por recuperar la bibliografía escrita hasta el momento sobre la cueva y analizar los miles de fragmentos cerámicos encontrados en el yacimiento y que ahora custodia el Cabildo de Fuerteventura.

De mano del relato de la arqueóloga, regresamos a los años setenta del siglo XX para conocer los inicios de los trabajos arqueológicos en el lugar. Del Toro recuerda cómo por esas fechas se encontró «un idolillo en su interior que dio pie a que se hiciera una primera intervención arqueológica a manos de Julio Moisés y P. Leal, en 1970».

Tras ellos, en 1971, se desplazó a la zona Francisca Hernández, de la Comisaría General de Excavaciones, que recogió información que más tarde entregó a Demetrio Castro Alfín. En 1974, este profesor continuó la labor arqueológica extrayendo nuevo material y vinculando los restos cerámicos a unos cien recipientes.
En esos años, la cueva no dejó de arrojar material arqueológico. Victoria del Toro define el lugar como un «yacimiento extraordinario tanto en el contexto aborigen de Fuerteventura en particular, como en el de Canarias en general, debido a la cantidad y singularidad de los materiales que se hallaron en su interior, más aún si tenemos en cuenta las dimensiones de la cueva, 16 metros de largo y entre 7 y 1,5 de ancho».

Entre el material encontrado en esos años se cuenta material lítico, fauna terrestre (ovicápridos), malacofauna (restos de lapas majorera, burgados y mejillones), ictiofauna (espinas de pescado), huesos humanos, placas pulimentadas, que pudieron ser usadas como cuentas de collar, molinos en miniatura, punzones de hueso, dos pequeños objetos pétreos identificados con posibles pintaderas, varios idolillos y gran cantidad de cerámica.

Para la investigadora, «lo más significativo fue el hallazgo de varios idolillos con forma antropomorfa, con marcado carácter sexual, tanto hombres como mujeres, que terminarían dando el nombre de Cueva de los Ídolos al lugar».

Era la primera vez que se encontraban estos ídolos en los yacimientos arqueológicos de Fuerteventura. Castro Alfín habló en sus estudios de diez ídolos de los que solo refiere ocho. Seis de ellos tienen formas antropomorfas y están hechos en piedra o hueso, mientras que los otros dos son placas de piedra decoradas.
Victoria del Toro explica que los restos humanos encontrados correspondían a piezas dentales, parte del cráneo y de un fémur «pero su estado era muy malo por lo que no se ha podido clarificar sexo, edad, ni si es uno o más individuos». Además, se encontró «un hueso de costilla que podría ser humana con varias incisiones», añade.

En 2017 la investigadora decidió comenzar una investigación relativa a la cerámica hallada en la cueva. Por sus manos pasaron 6123 fragmentos, la mitad, aproximadamente, de los encontrados en el lugar. La intención era identificar las características de la cerámica a través de su observación macroscópica para identificar el tipo de pasta, cocción, tratamientos en superficie, aspectos morfológicos y decorativos.

Tras el estudio, la investigadora pudo comprobar cómo se usaron varias técnicas decorativas como el arrastre, que se divide en la acanalada (la retirada de arcilla se realiza con un instrumento de punta ancha, que puede presentar forma redondeada o cuadrangular) y la incisión (el surco se realiza con un instrumento cortante de punta angosta o fina), y otras técnicas de presión sin arrastre.

Asimismo, los fragmentos estudiados destacan por su decoración en zigzag y por haber sido realizados por varias personas además de pasar desde facturas cuidadas a otras más irregulares. También se encontraron restos de cerámica de época histórica lo que abre la vía a que la cueva fuera utilizada tras la conquista.

Del Toro llama la atención sobre la importancia de esta cueva que pudo ser usada como habitación, con fines funerarios, a tenor de los huesos encontrados, o incluso, como «lugar de ocultación para proteger el material de una amenaza por un conflicto entre clanes o de los conquistadores».

Teorías y posibilidades hay, casi tantas, como el número de cartas de una baraja.

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