Sin conciencia ambiental no hay paraíso
Tirar basura en cualquier lado, enterrar colillas en la arena, llevarte piedras y trocitos de la naturaleza a tu casa, destrozar el paisaje con vehículos de motor, hacer grabados y pintadas… ¿de verdad hay personas a las que esto no le suena a disparate? Parece ser que sí, y por eso, la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de La Oliva, dentro de la iniciativa La Oliva Actitud Ambiental que está llegando a todos los rincones del municipio, instala en diversas localizaciones paneles informativos en tres idiomas con el objetivo de frenar las consecuencias de algunas de las prácticas más dañinas que arremeten contra la integridad y preservación del paisaje, la biodiversidad y el entorno natural.
Ni popcorn, ni palomitas… son Rodolitos y se tienen que quedar donde están
Hace unos dos años, una instagramer de visita en Fuerteventura colgó una foto en las redes sociales en la playa de El Hierro con el hashtag #PopCornBeach.
Probablemente no era consciente del profundo daño que estaba a punto de comenzar… la publicación se viralizó rápidamente, miles de personas siguieron el desafortunado ejemplo y la consecuencia es desoladora: ahora mismo hay más rodolitos en Instagram que en la playa.
Pero ¿qué son los rodolitos y por qué son tan importantes? Para empezar, cualquier elemento de la naturaleza es imprescindible donde está. Siempre cumple una función y alterarlo de cualquier manera produce un efecto en cadena que destruye el entorno y la biodiversidad. En el caso de los rodolitos, estos son, en pocas palabras, la arena que formará las playas de mañana. Playas que no existirán si no los dejamos donde están.
¿Quieres saber más? Están hechos de algas que se agrupan en torno a una pequeña piedra y van formando una «bolita». Este proceso tiene lugar entre Fuerteventura y Lanzarote, lejos de la costa y a una profundidad entre veinte y treinta metros. Después, los rodolitos son depositados en la costa por las corrientes marinas, y forman el curioso paisaje de esas playas de bolitas blancas y relucientes que, cuando se fragmentan por la erosión del mar y del aire, se convierten en la arena de nuestras playas, una arena muy blanca, especial y característica de la zona. Todo este larguísimo proceso de la naturaleza no debería de terminar nunca dentro del jarrón de una casa.
Los paneles de medio ambiente, instalados en varias zonas de la costa afectadas por esta problemática, tratan de concienciar a las personas que las visitan sobre la importancia de dejar el paisaje como está, pero si la vía de la conciencia ambiental no funciona, advierten también que cualquier elemento extraído del paisaje será retirado en el aeropuerto y podrá ser sometido a una sanción. A ver si aprenden.
Grabados y otras extravagancias
No tirar basura en cualquier lado, no circular con vehículos por fuera de las pistas… puede resultar algo muy lógico pero todavía hay gente que parece no darse cuenta del terrible daño que causa a la naturaleza por no respetar unas normas sencillas.
Ni qué decir tiene la extravagancia de hacer grabados, grafitis o dibujitos en las rocas. El caso del Barranco del Jable es uno de los más alarmantes en este sentido, pues está formado de arena -de ahí su propio nombre, del «Jable»- lo que lo convierte en una obra de la naturaleza de extrema sensibilidad. Si alguien cree que grabando su nombre en las laderas del barranco está dejando su marca para el futuro, que sepa que no es así; en el futuro, y además cercano, el barranco no existirá si no dejamos de hacer esas tonterías.
La estructura del barranco está hecha de una arena que en la capa exterior se encuentra solidificada por el paso de muchos años, una capa que hace de protección del impresionante paisaje. Si ésta se destruye, ya no habrá freno para la erosión de las capas internas de arena suelta y… adiós maravilla de la naturaleza.
Obras de desastre: los montículos de piedras
Los alrededores del faro de El Tostón, en El Cotillo, son el escenario de otra de las prácticas más nocivas para el equilibrio del medio ambiente: hacer montículos agrupando piedras.
Estas montañitas no solo estropean y afean el paisaje, sino suponen un ataque al entorno natural. Las piedras cumplen una importante función en el entorno, contribuyen a frenar la erosión del viento y son el refugio de especies animales y vegetales, por lo que hacer montículos, moverlas de su sitio o alterarlas de cualquier manera provoca alteraciones del hábitat natural.
Y para quienes no saben que las piedras hay que dejarlas como están por mero sentido común, ahí también se han instalado carteles que informan y educan al respecto.
El Ayuntamiento de La Oliva está demostrando una importante y necesaria Actitud Ambiental, así como muchos vecinos del norte de la isla que están aportando su granito de arena para concienciar a todo el mundo en los valores de respeto y cuidado de la naturaleza… pero queda mucho camino. Hasta que la conciencia ambiental no llegue a todas y cada una de las personas que habitan o visitan nuestro paraíso, estará en peligro.
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